sábado, 5 de julio de 2025

según mi amigo Diego "soy un marciano" (sólo resta abducir personas y enviar rayos)


 










Poesía extraterrestre en Santo Tomé

🖊️ por Diego Suárez 

gracias, Diego 🫂 

Darle la bienvenida a Del amor yo sólo sé que la quería (Colección LuzAzul, 2025), el nuevo libro de la poeta santotomesina Agustina Ferrand (Santa Fe, 1992), implica varias cuestiones.

Por un lado, estar dispuestos a ingresar a un universo en expansión desde hace ocho publicaciones: cinco editadas por La Gota Microediciones (Porfiada, 2014; Me puedo equivocar, 2016; Vos no sos como yo, 2017; Como un gato, 2018; El fuego que soñamos, 2019), una por Editorial Palabrava (El mecanismo del beso, 2021), otra por la Colección LuzAzul (Cacháca, 2023) y por Ana Editorial (Canción para los días difíciles, 2024). (Un mapeo del ecosistema editorial local: Sauce Viejo, Santa Fe, Santo Tomé, Paraná, respectivamente). 

Por otra parte, implica tener la predisposición para cambiarle rotundamente el nombre a las cosas, por ejemplo, “¿y si cuando lloramos nos dicen/ ‘AGUA, qué profunda’/ cuando deseamos nos dicen/ ‘FUEGO, sos enorme’/ y cuando soñamos nos dicen/ ‘AIRE, despeinanos’ (….)?”. Desde la primera página de su primer libro, la poesía, en manos de Agustina, constituye algo poderoso capaz de transformar la realidad, aunque sea por un instante. ¿La realidad de quién, o de quiénes? De ella misma, en primer lugar, pero abriendo generosamente la posibilidad de un diálogo con quienes ingresan a su universo. Dice: “a lo que iba es a que el amor además de ser silencio/ también puede ser una gran conversación”. 

Ocurre que al hablar de “una mujer que ama a otras mujeres”, del mate, de los vínculos, de “lo caro/ (lo fuerte)/ que cotiza la atención”, de “que nadie salva a nadie/ pero nadie se salva solo”, lo que subyace en estas expresiones poéticas es la problemática de la salud mental. Quien tenga alguna duda al respecto, puede buscar y escuchar atentamente la charla TedX que grabó Agustina en el 2018 con el título “Si me vas a querer, quereme con bichos”, donde ella misma considera que desnudó su alma por completo, dejando al descubierto la mujer fuerte y frágil que es. En su libro ejercita la cura por la palabra, diciendo: “Te vas a dar cuenta de que vivo en una nave/ que difícilmente conecta con la tierra”; “estoy sanando un montón de cosas que no digo/ estoy sanando un montón de cosas que no llego/ a comunicar/ van por dentro/ como una calesita musical”; y remata apoyándose en una cita de Nina Ferrari: “Algunas mujeres aprendemos a hablar al año/ y recién a los treinta a poder decir lo que sentimos”. 

En esta vasta conversación, en esta clara búsqueda de comunicación, el contenido moldea su forma. En algunos casos, amerita un verso predestinado al canto; en otros, una prosa que circula por cauces poéticos, a veces tiñéndose de confesión, otras de fluir de la consciencia, o simplemente ciñéndose a la anécdota. Sea como fuere, el lugar de enunciación que se construye es incuestionable: “te escribo desde mi debilidad más honesta/ no hay nada interesante que decir”; “a lo que iba es a que realmente me interesa conocer el trasfondo de las cosas”. ¿Cómo reaccionará la crítica literaria ante esta escritura que atenta contra ciertos mandatos poéticos contemporáneos, con su irreductible autorreferencialidad, sus desprejuiciados juegos con el lado kitsch de la cultura popular, la incorporación de voces de la más lisa y llana oralidad contra toda gramaticalidad? Por lo pronto, Agustina se encoge de hombros: “Les doy mis mejores y peores yugulares. Ustedes salten”. Lo que engrandece su estilo es esa honestidad más allá de toda norma estética. Por algo forma parte de la titánica antología Poetas argentinas: 1981-2000, seleccionada y prologada por Elena Anníbali y publicada en 2023 por la Editorial Del Dock. 

En pocas palabras, así de intenso, profundo, multiforme, es el universo que nos depara Del amor yo sólo sé que la quería, una poesía extraterrestre escrita por una “aficionada al lenguaje”  que vive en su nave y que afortunadamente, cada tanto, les envía mensajes a sus lectores terrícolas, a través de sus libros o de su Instagram.


abrazame


Te pedí que me abraces.

Que me abraces muy fuerte.

Eso fue un hecho.

Tu respiración se fundió con la mía.

¡Nuestros ritmos cardíacos

se parecían!

¡Maravillosamente se parecían!

No había muchas estrellas.

Pero estábamos ahí.

Era de noche. Vos tenías flequillo.

Yo te necesitaba como nunca.

Y mi niña, por primera vez,

reconocía a tu niña.


soltar un pájaro


te han lastimado tanto, mi niña

te duele que se haya violado

el espacio sagrado de tu mente y tu cuerpo

una y mil veces

de cientos y miles de maneras

y vos todavía culpándote

por haber sido objeto de deseo 

y además queriendo salvar

eso mismo que se te reía en la 

cara

claro que sí te lastimaron

claro que quisieron llevarte de los pelos

al olvido de la infancia

pero vos fuiste fuerte, muy fuerte

aún en tu debilidad más tremenda

y supiste juntar la pelota nuevamente

para que todo vuelva a girar

supiste hacerlo

quisiste sentir a Dios en ese gesto

-o como quieras decirle

a esa energía que te enlaza con algo más grande –

de miles de maneras

te pidieron que te calmes


pero vos sentías ese fuego, esa hambre

esas ganas de seguir exigiendo más


y ahora qué vas a hacer, mi niña

excepto agradecerte por lo que hiciste hasta acá

ahora qué vas a hacer

excepto encontrar nuevos caminos

hacer nuevas marcas

convivir con la cicatriz - y su molestia -

y lamerla como quien lame a un amado

ahora qué vas a hacer si no es

poner un límite, comprender tu historia

sostenerte en la música,

hacer silencio, unir palabras 

soltar un pájaro

 

decime, mi niña

ahora qué vas a hacer si no es

soltar un pájaro

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