Empezar por lo peor es de lo mejor que me pasó. Bueno, en realidad no. Pero me refiero a mostrarte el carozo del durazno, sin que tengas que morder durazno alguno. O bien atravesar toda la infancia con una tiza en la mano y un borrador en la otra. Me refiero a las infinitas capas que nos impiden ver quiénes somos. Y si me adelanto, y voy por encima de los brazos extendidos, no es porque mi mejor amante sea la fama y prefiera el "flash" por encima del "hornero". Es porque, en realidad y para ser honesta, quiero fotografiar al pájaro y devolverlo al árbol o al cielo. O bien: remontar un barrilete en el más desolador de los desiertos. Como verás tengo dos tajos que me definen, antes de que yo los defina a ellos. De igual manera hago el intento. Y les pido información microscópica para ordenar el mundo, y desordenarlo luego. Ah, pero qué dicha ser querida, a pesar del tajo, entre medio del tajo, y por encima del tajo. Ah, pero qué idiota, queriendo esconderlos, como si al mostrarlos se intensificaran, sin que nadie pudiese comprenderlos. Amar a otro puede que sea persuadirlo, sin querer, a la locura. Es decir: a la expansión y exposición de todo lo que esconde. Porque, en definitiva, no amamos a los demás por lo que nos muestran. Los amamos por lo que nosotros, al arribar a ellos, descubrimos. Eso que sólo nace del 1 + 1. ¿Te das cuenta? Igualitos a una bici. Donde uno es necesario, dos son memorables y tres son multitud. Entonces la intimidad se vuelve vuelo. Único modo en el que, algunos, efectivamente funcionamos. Terreno fértil para sembrar preguntas, acertijos, acuerdos, puentes y desvíos señalizados. De tal manera fue el tajo profundo que ya nadie quiso reírse, excepto cuando lo besaron y de él mismo nació toda la osadía del mundo. Que no es más que una memoria en carne viva, que no concibe su vida si primero no la pasa por el viento. Y si el viento, al despeinarnos, dice "perdón, no te quise hacer eso" entonces no es viento. Así que dejemos todo como está. Y que cada uno, en la medida de lo posible, cuente su cuento. Porque nada está, del todo, en su sitio. Sólo que algunos, de tanto perder, hemos perdido hasta el miedo.
🖊️ Agustina Ferrand
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