a veces quiero
chantarle un beso y decirle
"soy todo lo que buscas,
pero también
soy todo lo que no desearías
encontrar"
para que se asuste
y después no diga
que yo no le avisé
pero, en su lugar,
le muestro la medalla ganadora
y la llevo a dar una vuelta
por el museo de mí misma
para mostrarle las reliquias,
los mapas
y los diplomas
como si ella no tuviese que,
algún día,
soportar mi catarro
y mis escupitajos
o resignarse,
más tarde que temprano,
al olor de mis gases
a veces quiero decirle
"masticame el monstruo,
justo cuando abre
sus fauces"
y que ella,
arrolladora y amante,
me tire, sin piedad,
sobre la cama
y me ofrende las caricias,
los laberintos
y los jugos fatales
para que yo, después,
le explique, o le aclare,
-justo en el sol de un rayo-
todo lo que en la oscuridad,
a decir verdad,
cuando yo le vi el tercer ojo
por debajo del flequillo
y me envalentoné en dejarlo quieto
y no tocarlo
pude hacer y deshacer
-con más torpeza
que maestría-
para que ella vea,
en definitiva, que lo del trance
cuando dejé de ser mía para empezar
a ser suya, como le decía,
en ese "micro-segundo infinito"
en el que yo vi al negro,
al rey y al esclavo,
hubo un ademán, un secreto
y un remanso
un triángulo de cisnes necesario
entonces caímos heridas,
ella y yo,
de muerte y de vida
en el único pozo
que te expulsa
hacia arriba
usted me entiende,
usted me entiende
por eso, mejor,
no se lo cuente
a nadie
🖊️ Agustina Ferrand
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