lunes, 25 de noviembre de 2024

camila bordonaba y otros recuerdos, cual milagro

En esa casa donde ahora se juntan a convidarse cigarrillos y a mirar a la gente pasar, en verano siempre con el torso desnudo, injusto para mí gusto; antes había un kiosco de barrio en el que vendían golosinas y a la par, en el mismo estante de vidrio, cd’s no originales, es decir: truchos. Ahí me compré el único cd que tuve de Erreway y a mi edad, casi como algo prohibido, miraba la foto de Camila Bordonaba y sencillamente la amaba y adoraba, cual milagro.

El equipo de música en el que puse a girar el cd - recuerdo - salió 350 pesos.

Antes de Camila, en la misma cuadra donde vivo, pero por donde todavía no pasaban los colectivos la ví llegar a mí madre del Hospital de Niños, después de caminar las cuadras que separan la ruta de la casa, cansada, con un regalo escondido que al verme correr como si no hubiese un mañana, por fin se asomó cual milagro: Era, después de tanto, una revista de "Chiquititas". Con Felipe Colombo en la tapa y unos lentes verdes de regalo que usé casi por años, cual milagro.

Con uno de los primeros sueldos de mi hermana mayor tuve la alegría inmensa de que me compre mi primer y único álbum de Bandana. El único que existió en realidad. Después lo fui llenando no sé con qué plata. Mi adolescencia y mi infancia siempre tuvieron que ver con lo que la televisión abierta ofrendaba. El único Canal que se veía bien era Telefé. Aún recuerdo - ¡qué grillo cantor la nostalgia! - salir a mover la antena para sintonizar bien los programas. 

También enviábamos cartas a Susana con etiquetas de productos y los Marcelos las mezclaban y sorteaban millonadas. Siempre pegadas al teléfono a ver si ganábamos ¡cual milagro!

A las figuritas del álbum de Bandana se las compraba al señor de barba y lentes que vendía lo que te imagines. A la vuelta de la Escuela Berrutti. Donde salté de 2do a 4to y la verdad no se lo deseo a nadie. Bah, en realidad al salto lo dí en la Escuela 49 “Agustín Araya”. Donde nos daban la polenta de cada día y de postre el queso con membrillo, cual milagro.

En el viaje de quinto de la Escuela Berrutti la Señorita de Matemáticas se reía de mí porque tuve miedo todo el rato que entramos a "La casa del terror" y aparecían fantasmas cada dos pasos. Sencillamente en ningún momento le solté la cintura. Y si hubiese tenido pollera me movía con ella, arrastrándome. Al día de hoy me parece una estupidez lo que hizo. Matemática tenía que enseñar.

De todas maneras a la Escuela, por lo que ví, la pintaron de rosa. Hermosa queda. Se destaca, ahora, por sus colores vivos y su salón de música siempre apartado, cual milagro. Después llegaron los celulares y las tarjetas para cargarlos y enviar mensajes.

Y cuando vino como un aluvión la exposición y el exceso a Camila Bordonaba no la ví nunca más. Por mucho que intenté buscarla. Se alejó de las revistas y la fama. ¡Ah, pero cómo miraba su cara y la adoraba!

Siempre a escondidas, siempre a solas, siempre a oscuras, siempre cual vela encendida en el medio de una tormenta. No te digo yo: siempre cual milagro.

🖊️ Agustina Ferrand

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