sábado, 28 de diciembre de 2024

en esta noche, en este mundo









Amigos o Lectores, y quizá decir lo segundo se vuelva un lazo igual de fuerte que decir "Amigos". Ustedes saben que yo soy bastante abierta al compartir mis dichas o desdichas. Aún cuando eso lleve a las habladurías diversas del mundo. Quizá me abro tanto porque ustedes son mis Amigos más leales. Los que están ahí con su "like" o "comentario" reforzando la idea de que "es por acá". En fin. Como verán en la foto se me ve muy feliz. Y cómo no verme así si estoy junto a la mujer que me ha dado la vida, con todo lo que eso significa. Pero no todo es como te lo muestran las redes. Confíen en eso. Hace exactamente una semana empecé a levantarme con dolores muy fuertes en la espalda. Y creo saber muy bien cuándo me los hice. Resulta que yo soy como el poeta cordobés Gustavo Borga. Que, por cierto, es excelente. A veces me siento de 50 y a veces de 5. Y no mentimos. Créannos que no mentimos. Y en esas veces que me siento de 5 hago lo que cualquier niño de 5 hace: cosas imposibles. Pego saltos. Hago fuerza. Me retuerzo. Me avalancho: Me descuido. Ojalá sea sólo un chiste a futuro y el dolor que me carcome no fuese cierto. Ojalá no se sintiese como el peso de, por lo menos, 5 generaciones. Pero está ahí. Y me recuerda que soy tan mortal como cualquiera. ¿A dónde voy con todo esto? A que dejar de escribir no puedo. Eso seguirá encontrando su curso. Su manera de manifestarse y compartirse con ustedes. Pero, por favor, no se acomoden en los regalos "gratis". Detrás de un bello contenido o de una sonrisa - sin problemas aparentes - hay cientos de peleas y procesos continuos. Valoren siempre que puedan. Agradezcan siempre que les urga. O sencillamente acompañen cuando todo se derrumbe. Por mi parte: dolida en mil partes. Cansada del año repleto de hastío. Pero muy agradecida por tener la enorme oportunidad de seguir haciendo lo que amo. Y que eso signifique, en más de una ocasión, ser bálsamo para mi madre que con la Jubilación Mínima recibe palo tras palo. Aunque ella no lo reconozca. Aunque sienta que, en realidad, es una bendición en su vida. Y que "podría estar peor". Me niego a creer que uno no pueda aspirar a más en la vida. Por eso retomé los estudios. Por eso deseo en el 2025 seguir cursando. Y por eso se me ensancha el pecho de orgullo cuando vendo un libro y me gano el pan "con la tinta de mano". Yo no seré muchas cosas. Ni podré con tantas otras. Pero escribo. Le doy lugar a mis manos y a mi mente para crear "obras de arte". Y aunque no haya antecedente alguno en la familia de algún atrapador aficionado de palabras... yo lo soy. Y no imagino mi vida de otra forma. Y sigo tramando, tras bambalinas, nuevos poemas y aventuras. Nada más deseo, con toda mi alma, para el año que amanece... que mi dolor se aliviane y que mis libros y creaciones sigan siendo lo que ya son para muchos, algo que vale y que es digno de ser compartido y cuidado. Eso me enseñó mi madre, sin ir más lejos. Que si realmente quiero que algo "dure" lo tengo que "cuidar". Siempre lo dijo. Casi como un latigillo. "Si lo cuidás va a durar". Cientos de veces así me lo ha dicho. Y yo pensaba y sigo pensando... "¿Será que mi madre conoce el secreto? ¿Será que cuando ella ya no esté voy a llorar como nunca en mi vida? ¿Será que será cierto que es mi compañera más fiel? ¿Y que este año salió de una operación muy difícil sabiendo que es muy probable que el año que entra se avecina la próxima? SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA, dicen que decía Sócrates. Y pretendía dar a luz alguna verdad. Bueno, así yo. Partiendo desde la ignorancia para llegar al carozo del asunto. Así yo, muerta de dolor y de sueños queriendo alcanzar "una rosa sin espinas". Así yo, caminante y ciclista, pidiendo SALUD por encima de todo. En esta noche, en este mundo.

🌈 Agustina Ferrand

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