lunes, 9 de diciembre de 2024

líbrame, vida adulta, de perder a mi niña

"Cuando pensábamos que teníamos todas las respuestas cambian todas las preguntas..." decía Mario Benedetti y no se equivocaba. A mayor luz, más sombra. A mayor avance, más bichos. Y así, como quien no quiere la cosa, a mayor tiempo en el planeta más acertijos.

Ser adulta no es algo que combine con mi ropa, aún así tiene su parte gloriosa. Puedo seguir mi intuición cuando ella me lo pide y acertar. O tener sueños reveladores, que al levantarme ordenan un poco mi vida. 

Las serpientes nos persiguen a todas y a todos. Es un hecho que existe quien nos desea el mal. Pese a que nunca, quien nos lo desea, se dá cuenta o se percata que, en realidad, le vuelve a quien lo dispara. 

Líbrame, vida adulta, de perder a mi niña. Ella actúa como si nadie pudiese hacerle daño. Es decir: como si su corazón fuese un atajo. Y también como si todos (o muchos) pudiesen asistirla o acompañarla. Y algo de razón tiene, la muy inquieta y amada.

Asiste, vida adulta, a mi niña. Cuando ella no sepa qué decisión tomar. Dále entereza y sabiduría, para poder elegir sin reparos. Que, más temprano que tarde, se sienta orgullosa de ser una adulta que cuida a su niña. Y entienda sobre todo: que ella es su propia heroína. O al menos la mejor. La que sabe qué botones apretar para activar al robot o cuál de todas las hachas elegir para dar por tierra a las serpientes más gigantes que aún pretenden atacarla.

Gracias, mi niña, por tenerme paciencia en el camino y jamás dejar de mirarme con esos ojos que lo único que saben hacer es unir líneas y palabras y perseguir sueños. Te amo, pequeña. Sos más valiente de lo que pensás. No importa cuándo leas esto. 

🖊️ Agustina Ferrand 

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