miércoles, 15 de enero de 2025

en el principio era la niña, inocente, amando a otras niñas

En el principio era la niña, inocente, amando a otras niñas. Sin saber nada, en absoluto, del bien y del mal. Después cuando mi amiga llegó y puso su manto de piedad sobre mí simplemente pude conmoverme y reposar. Lo que ella traía en sus manos no sólo era una madeja que contenía empatía, respeto y mucho más, sino mi propia historia - ahora contada por ella - que parecía repetirse sin cesar. Porque quizá sea cierto que muy poco hablamos de una mujer amando a otra similar. Y muy mucho vemos "cuán enorme es el trono" en el que dejamos que se sienten los hombres, una y otra vez, cual si ellos realmente mereciesen "ese lugar". Quizá sea cierto que una mujer que ama a otras mujeres tiene como único destino el camino más difícil. Ese que no tiene señales de tránsito y por eso, nosotras: las algunas, nos estampamos contra las cosas a falta de que otros nos recuerden a viva voz que somos de carne y vuelo y todavía existimos. Ser parte de la minoría nunca fue lindo. Nadie lo elige. Uno no elige, decía Cortázar, la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Entonces qué me van a hablar a mí de la carencia. Si yo la conozco en cada tramo "no besado", y encima me arde, me duele y me pica. Qué me van a hablar a mí de soluciones si yo soy el problema que, a fuerza de no hallarse, intenta resolverse. En el principio era la niña, recibiendo sus primeros rechazos, sus primeros "no te entiendo", sus primeros "acá hay algo que debería ser tratado". Y al final fue la mujer. Harta del exceso de secuencias heterosexuales. Harta de no saber si la chica que duerme con ella mañana no la dejará por un hombre. Entonces la herida nativa abriéndose de piernas cual la rosa más divina, pero esta vez para hacernos sentir, a nosotras: las algunas, un montón de pétalos afeados y exterminados por un sol de verano sin excusas. Es que amar a otra mujer es el peligro constante de que nunca sea suficiente, de que nunca alcance. O al menos ésta es mi historia y ésta es mi desdicha. Cambio cada palabra que femeninamente esbocé desde el alma por un alma femenina que me reconozca y no necesite huir, dudar o alejarse. Les doy mis mejores y mis peores yugulares. Ustedes salten.

🖊️ Agustina Ferrand

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