Una vez me crucé con un afiche, en la calle, que decía: “Moviéndote cosas pasan”. A lo que yo agregué, literalmente y con fibrón, (en formato chico, casi tímidamente): “Si me quedo quietito también”.
Con los apuntes pedagógicos en mano y dos mujeres que se contradicen, a medida que se descubren, noto lo que claramente ya muchos han notado. Que estamos sobre estimulados. Que creemos que la información o la opinión es experiencia. Cuando nada está más alejado de eso.
¿Será quizá porque yo no quería que me explicaran la flor sino que deseaba acercarme y olerla? ¿Será por eso que cambié Periodismo por un Profesorado? ¿Hete aquí mi desafío?
Mi escritorio es el lugar en el que todo sucede porque todo deja de suceder. Y qué bendecida soy de ser parte del club de los que interrumpimos. Ésos locos bajitos, diría Serrat, que cortan el tiempo con la tijera del silencio.
Porque saben que sólo ahí uno puede reconocer los patrones que repite, los errores que comete y también, claro está, las maravillas que descubre.
Observar sigue siendo lo más gratis que tenemos y lo que menos aprovechamos. Pizarnik supo escribir: “Usa tus ojos, no los guardes”. Reflexionar sobre esto puede que haga que nuestro tiempo sea tiempo de calidad y no sólo de minutos amontonados.
Saluda Atte.
Una humilde servidora, como bien supo nombrarse Roberto Arlt.
🖊️ Agustina Ferrand
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