A veces siento que lo mío es tan álmico, que sólo en la casa de los espíritus sería bien aceptado. Incluso fuera de lo psicótico se me desesperan las nubes y desde ahí todos me hablan. No demando. Simplemente observo. ¡Escalofriante manicomio es el planeta! Cómo para no enloquecer a la primera de cambio. Hombres abusando de su fuerza. Mujeres que no se quieren ni un poquito. Ansiedades y miserias deambulando por las calles. Niños y adolescentes mirando una pantalla, más que a sus padres. Animales en posición de ataque. Y entonces... ¡dale, hermano! "Paren el mundo, que me quiero bajar". Quien me haya metido en este caldo que se busque una cuchara y me revuelva. Porque yo no me voy a quedar en el fondo hasta pudrirme. No le voy a dar ni un gramo de atención al espanto. Quiero escribirte cartas en el cielo. Porque es el único lugar donde podemos encontrarnos. Quizá desde ahí todo se vea distinto. Puede que lo álmico, a fin de cuentas, no sea tan malo. Tal vez descubras, entre mis propias páginas o lágrimas, que primero hay que construir el puente y recién después caminarlo. Lo de siempre: en la calle y en vos. "Trepate a ésta ternura de locos que hay en mí..." Y al menos por un instante sentí la infinita desnudez con la que yo me saco la psiquis, la dejo en el piso y sencillamente te canto.
🖊️ Agustina Ferrand
No hay comentarios.:
Publicar un comentario