Ese "temblor de tierra" del que habla García Márquez en "Cien Años de Soledad" jamás pensé me alcanzaría. A mí que soy de fuego y de aire. A vos que jugas con las mismas figuritas.
¿Por qué tan en eje, tan ordenada, tan cuerda? ¡Si yo era un fusil cargado disparando a cualquier lado!
Si yo tan sólo ví tu cara, con tintes de Emma Watson; escuché tu voz, que por cierto es preciosa y hace maravillas; y anoté en el margen de una hoja de "Lenguaje Visual" tu nombre, por sobre todos los nombres, cuando la profe nos fue nombrando a todos.
¿Para qué te llamé tanto desde las entrañas? ¿O por qué me desespero tanto cuando te veo triste?
Si tus ortodoncias combinan con mis dientes imperfectos puede que al besarnos sigamos sintiendo "sabor a rico".
O quizá... si una de nosotras se deja poseer por la ansiedad llegue "ese tacto divino" que dice "acá estoy, te sigo acompañando".
Porque si el amor es un ejercicio y la vida misma es una escuela... no entiendo por qué me saqué un 1, por aquellos días, en "ésto de ser tuya y sólo tuya".
Y por qué me gané un 9, por aquellos días, en "ésto de derramarme, cual si fuese miel, sobre el mundo".
¿Será mi propósito, Julieta? ¿Estoy hecha para ser del planeta?
¿O nomás quiero la cabaña en el aire, con una mesa redonda y un florero en el centro?
Tuve que irme muy lejos. Pero de no ser por eso, si vamos a la lógica, vos y yo no nos hubiésemos seguido y aceptado.
Yo sabía que te iba a hablar, más tarde que temprano.
Te miré con fascinación todos los aciertos.
Y en las fallas simplemente me miré a mí misma, cuando me saco un 1 y quiero estudiar todo el verano, en vez de irme a la playa y tomarme un daiquiri.
Vos dirás lo que se siente. Yo traduzco lo que arde.
🖊️ Agustina Ferrand
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