lunes, 18 de noviembre de 2024

el ser para después de la muerte, una maestra caracol, poetas, luces e idealistas

Cómo no te vas a enamorar de quien te enseña a leer y escribir. Cómo no te vas a enamorar de quien te muestra la luz al final del túnel. Después de haber atravesado la oscuridad y la ignorancia. Cómo no va a ser tu seño tu primer amor fuera de casa. Cómo no vas a creer que Ángela Peralta Pino, nacida en 1909 en Providencia, Provincia de Santa Fe, le hizo honor a su nombre y fue un ángel en formato femenino para muchas y muchos. Aún sin título, sí. Pero con algo de aprendizaje reciclado y un mundo interior enorme y cálido. Así fue que, luego de ser convocada a la tarea, durante 22 años Ángela combatió el analfabetismo en los quebrachales del norte santafesino, llevando su pasión por enseñar en una Escuela Rodante (literal) que llegó a todos los rincones del monte santafesino donde todavía no había escuela alguna. ¿Sorprendente, no es así?

La llamada “maestra caracol” iba lento pero seguro, llevó la luz de la enseñanza donde más hacía falta. Y eso es pura sobra. Quiero decir: Puro hacer lo que Freire (1921-1997) años después proponía, mover a los educandos de la ingenuidad a lo crítico, de lo egoísta a lo solidario y por qué no de la oscuridad a la luz.

Muchos estudiantes lloraban cuando ella se iba. Cuán grande habrá sido el amor de esa mujer. Cuánta humanidad habrá ofrendado. Y ya que hablamos de Ángela Peralta Pino como un ejemplo a seguir podríamos seguir hablando de lo que el Pedagógo Paulo Freire luego, al alzar sus brazos, extendía.

Freire siempre tuvo como eje la intención de darle voz a los que no tienen voz. Por eso pujó con ganas por alfabetizar a los más oprimidos. Y que desarrollen así su pensamiento propio. Siempre desde la horizontalidad. Es decir: “enseñando para”  y “aprendiendo de”, en simultáneo. Transformando, en lo posible, su realidad no deseada. Esbozando un grito o una súplica donde antes sólo hubo silencio.

Pero no sólo Freire fue un hacedor y pensador de la educación. Allá por 1712 nació Rousseau, el primero en entender la sociedad y el rol de la escuela de un modo distinto. Él pensaba que naturalmente nacemos buenos. Específicamente decía: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Entonces… ¿cómo lograr, según Rousseau que esto no pase? Mediante la experiencia del estudiante en la naturaleza, su llamada “teoría naturalista”. En la que recién a los 18 años se lo aparta al ser humano de lo natural y se lo envía a recorrer el mundo para que vuelva fuerte y justo.

Ahí va. ¿Cuál es el para qué de la escuela según Rousseau? Volver a los estudiantes hombres justos y también críticos, pero sobre todo justos. Es decir: lograr que ya de grandes seamos iguales a cuando éramos niños: compasivos y puros, incapaces de hacer daño. Quien observa a un bebé y sonríe claro que lo sabe.

Como también claro que podríamos adivinar que no todo es divino. Y la escuela, como decía Jorge Larrosa, no está ahí para hacerte feliz. Sino para crear sentido y dejar en evidencia que no sos el ombligo del mundo, que también hay otras y otros que comparten casa con tu espíritu.

Es en la escuela y no en otro lado, según Larrosa, que todavía se conserva la capacidad de atención y observación durante un determinado tiempo en una determinada cosa, superior al tiempo que le dedicamos a algo en la vida misma “fuera del espacio escolar”. Es por eso que como institución su responsabilidad no es darte lo que vos deseás consumir. Sino alimentarte de lo que vos necesitás incorporar: que necesitás crecer, pensar, hacerte cargo de tu vida y conversar.

“El amor es entrar en una larga conversación” supo decir maravillosamente mi amada Ivonne Bordelois. Cuando se terminan las palabras se termina el amor. Y a veces no conversamos porque nos olvidamos de la pauta más esencial de Emmanuel Levinás: “No hay un tú sin un yo, no hay un yo sin un tú”.

O como mejor escribió la Poeta Santafesina Candelaria Rivero: SI VOS SOS YO Y YO SOY VOS ¿PARA QUÉ LAS TRAMPAS?

Bastará agregar que si “el ser para después de la muerte” fue tan importante para el filósofo Levinás y hablar entre nosotros es casi igual de importante para todos los idealistas, poetas y pedagógos… teniendo los conocimientos que tengo hoy y que, claramente, no tenía ayer ¿qué voy a decir cuando diga? ¿a quién voy a mirar cuando mire? O lo que es aún más revolucionario: ¿qué clase de legado puedo o pretendo dejar?

🖊️ Agustina Ferrand


Materia: Pedagogía
Profesora: Mariana Citroni
2024, “Profesorado de Artes Visuales”. Escuela “Juan Mantovani"

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