jueves, 30 de enero de 2025

hay personas que arreglan lo que ni siquiera rompieron

Hay personas que arreglan lo que ni siquiera rompieron. Que no lo dudan. Se adelantan. Y te ofrendan su corazón roto y vuelto a romper. Pero te dan las curitas, para ellos y para vos. Y se quedan al lado tuyo, para que juntos puedan unir sus pedazos. Esas personas que te hacen la vida súper simple porque ya saben que el mundo ya es demasiado duro e imprudente.

Los que ponen el guiño, los que te ceden el paso, los que preparan el mate, los que te sonríen de manera cómplice, los que te sorprenden con un abrazo. Los que hacen del planeta, en definitiva, un lugar más habitable.

Esas personas, por momentos, parecen no tener errores y haber sido fabricadas especialmente para vos. Y sí tienen errores pero con vos se moderan y dan lo mejor de sí. Porque te quieren, te sienten, te asisten. Y no son casuales. Son causales. Es decir: vos te las ganaste mientras hacías otras cosas.

No te asustes cuando la vida te sorprenda con pequeños gestos que hacen a la grandeza. Tampoco desconfíes de sus buenas intenciones.

Sos total merecedora del pequeño amor y también del amor a raudales. Hubo alguien, ahí, que vio de cerca lo que otros no veían. Por eso las ganaste. Son todas tuyas. Ya era hora, pibita. Celebráte.

🖊️ Agustina Ferrand

sábado, 25 de enero de 2025

Milita Molina: "la locura de la lengua"

En 1805 un médico que visita a Hölderlin – Marina Tsvietáeiva escribió que sólo de los alemanes estaba dispuesta a aceptar el néctar y la ambrosía de los griegos – declara sobre su estado de salud: “Su locura se está convirtiendo en frenesí y es imposible comprender su lenguaje, que parece una mezcla de alemán, griego y latín”. El deambular de Hölderlin: su caminar y caminar y caminar. Casi un mes caminó para regresar a casa de París a Alemania el poeta que había estado migrando de una lengua a otra en la pasión por la traducción. Extraviado entre traslaciones infinitas hablaba ahora el lenguaje de lo que llamamos locura. Y eso se hablaba en varias lenguas al mismo tiempo: el amasijo de sus lenguas amadas mezcladas y dislocadas lo habían llevado a una lengua que ya nadie podía comprender. Para explicar su estado dirá que ha sido “golpeado por Apolo”. Sólo Apolo hubiera podido detener esa intensidad, seguramente, y aun así se necesitaron muchas lenguas para sujetarlo- Cuando recuerdo a Hölderlin, pienso en ese caminar incansable regresando a la casa de su madre (que no era tampoco su casa porque Hölderlin no tenía una), y en la locura de la lengua y también en ese hogar que al fin encontró- “Todo dislocado”,  en casa de un zapatero, usando otro nombre, siendo otro en verdad, porque en este último tramo de su experiencia (en lo que se suele denominar  “período de la locura” sólo para ahondar el enigma de todo), Hölderlin  se hacía llamar Scardanelli y tocaba el piano con mansedumbre,  y con la misma mansedumbre aceptaba estar a merced de las chanzas de algunos chicos del pueblo que le tiraban piedras para entretenerse. “Idea concomitante”: ¡No lo resistió el cerebro alemán!, escribe Marina Tsvietáieva en Frauelin cuando cuenta el encuentro con su profesora de alemán, entre un “gentío hambriento en los almacenes Ojótni ryad. Están vendiendo zanahorias y unas gramíneas color remolacha en cucuruchos de cartón: abominables. Los que aún no se han rendido -se dirigen de un lado  al otro; los ya desesperados-deambulan sin rumbo fijo” 


Todas las  obras que importan son discordantes con su tiempo, al tiempo que son su tiempo ampliado con la lupa gigantesca de todo un pasado que va hacia el futuro en un amasijo infernal que vuelve pueril cualquier idea de un escritor en acuerdo con su tiempo. “no existe arte no contemporáneo (que no revele su propio tiempo). Existe la restauración, es decir no-arte y existen individuos solitarios que han dado un salto hacia delante, digamos que de cien años” .Pero ese salto es al mismo tiempo hacia atrás. Y el pase de magia que hace Tsvietáieva con Hölderlin es genial, porque los “cien años hacia delante” se trastocan en siglos hacia el pasado y de todos modos o precisamente por eso son siglos “hacia delante”: “A propósito de los que supuestamente llevan un retraso de uno o tres siglo , citaré un solo ejemplo: el del poeta Hölderlin, que por los temas, por sus fuentes e incluso por su vocabulario es un poeta de la antigüedad, es decir llegó a su siglo XVIII con un retraso no de un siglo, sino de dieciocho.(…) Tras haber llegado con ese retraso  Hölderlin se ha revelado contemporáneo de nuestro siglo. ¿Qué significa este milagro? Significa que en arte es imposible llegar tarde, que no importa de qué se nutra, ni qué busque resucitar, el arte es por sí mismo avance”. Ni tarde ni temprano se podría agregar: justo a tiempo, y en es en ese llegar justo a tiempo donde Kierkegaard pone al caballero de la fe. Abraham que marchó puntual a enfrentarse con la paradoja de sacrificar a su hijo para salvarlo. No es otro tema.      


Se trata de la Historia, de la temporalidad y de la experiencia radicalmente irreductible de la singularidad.


Philippe Sollers – respondiendo para Le Débat a la pregunta ¿Tiene sentido hablar de las vanguardias?-, afirma que el escritor participa de otra temporalidad, una que siempre señala -sin pretenderlo- la profunda discordancia entre el Tiempo de la Creación y el Tiempo de lo Social. Una relación inconmensurable entre el poeta y la historia con minúscula, un no puente sin atenuantes. En esa dirección, Sollers comenta que no es raro que Nietzsche y Rimbaud, por ejemplo, “no hayan llegado hasta nosotros”. Concluye que puede hablarse de vanguardia sólo si se atiende esa discordancia fundamental, sin atenuantes.    


El cerebro alemán de Hölderlin se refugió en la música y su obra resistió los siglos y recién llegó en el siglo XVIII cuando en verdad era un escritor de la antigüedad.


Es en Mi Pushkin, una de las últimas obras de Tsvietáieva,  donde la Temporalidad se mide con temor y temblor: es la mujer adulta que se mide con la mirada de la infancia y debe volver a ser la guardiana de la casa y recordar el secreto del hogar y preservar el milagro a pesar de todo. Y ahí Marina Tsvietáeiva no encuentra “atrás” suficiente : “Cada recuerdo tiene su anterior- recuerdo, antepasado- recuerdo, ascendiente- recuerdo, como si fuera una escalera de incendios que estás bajando de espaldas sin saber si sigue otro escalón-que siempre está”. La fe de Marina Tsvietáieva: inclaudicable (que siempre está) y su falta completa de reaseguros porque: ¡(Dicen que se mide el nivel de las montañas //con el grado de atracción por los despeñaderos). Tsvietáieva se planta en la paradoja de actuar aunque el escalón pueda no estar pero con la convicción de que estará. Y no porque ella “tuviera coronita”, como dice Kierkegaard de Abraham o conociera el final feliz de la historia, sino porque son personas que pueden creer en lo imposible.  


Hölderlin había escrito en su Hiperión “No tengo nada de lo que pueda decir: esto es mío” y en su Empédocles, Critias, el sacerdote expresa: “¡Oh, no lo irritéis! Deja que se apague la llama sofocada por sí misma. ¡Déjale, no le empujes! Para que el soberbio no sepa quién lo empujó y sólo pueda pecar de palabra, muriendo como un loco que no nos perjudique demasiado. Arrojemos a aquel que entrega su alma desnuda a sus dioses, diciendo temerariamente lo que no debe decirse”.


Marina Tsvietáieva se parece más a los personajes de Hölderlin –se diría-pero es Hölderlin quien sostuvo la demencia de las lenguas, o sea que se parece a los dos: la Marina soberbia en su libertad, magnífica en su temeridad sincera que no conoció la dulzura de ningún hogar, se parece a los personajes trágicos de Hölderlin; la que no encontró ni buscó refugio en la lengua que se dislocaba y la dislocaba está más cerca del Hölderlin tocado por Apolo.  (No me dejaré ni por mi idioma natal//seducir, ni por su lácteo gemido, ¡Me es indiferente en cuál // de las lenguas no ser jamás comprendida!“  y también: ¡No tengo nada de lo que pueda decir esto es mío salvo ser Marina y pertenecer a esa raza de las Marinas que elegimos nuestros nombres. Tampoco conoció ese hogar- hogar que es de los otros- y por supuesto que vivir libre y caballeresca y noble en medio de la revolución roja no es un dato menor. Pero no es determinante, porque las condiciones favorables sirven para otros sucesos. En cuanto a escribir, “hasta la vida es desfavorable y es triste decir que muchas veces las condiciones desfavorables son las más favorables”. “Porque se necesita, aunque fuese para alguien,// ¡Ser feliz en el hogar y para este hogar-la suerte! // La felicidad en el hogar, un amor sin inventos, // ¡Sin poner siempre el alma en un hilo”.


Aunque fuese para alguien, que ya no para ella que nunca conoció el sosiego y puso siempre el alma en un hilo, soberbia en su destierro infinito “Porque necesitaría, -alguien por lo menos, // Tener nido de cigüeña sobre el tejado”. Alguien por lo menos, pero no ella, pero no ella que en la penetrante intimidad de su orgullo llegó también a trasponer cualquier fuero estatal de la lengua, cualquier casa de la lengua, cualquier cobijo.


“¡Detente! En serbio o en croata,// ¿Acaso es lo checo lo que nos hace raros?// Des-pedida. Despedirse…// ¡es un absurdo sobrenatural!// El sonido que rompe los oídos,// que hasta el límite de la angustia se estira…//Despedida-¡esto no es en ruso!// ¡ni es femenina ni tampoco varonil!// (…) Despedida-¿pues en qué idioma es?// Hasta no existe tal sentido.” 


Sólo el que va transformando su corazón en piedra o el que puede mirar a la muerte como un paisaje ya cabalgado por los caballos rusos en el cielo sobrenatural de Rusia que tal vez se llame eternidad, puede llegar a esta locura de medirse con las lenguas, desafiando su posibilidad misma de nombrar algo como una despedida, incomprensible en cualquier lengua y por lo tanto no perteneciente a ninguna o mendiga de todas. Hasta ese reino de tiniebla iluminada ha cabalgado Marina mientras un corazón seco, su famoso lirismo contenido, le susurra que “la vida y la muerte son para mí últimamente chismes baratos”.

🖊️ Milita Molina

"La locura de la lengua"




miércoles, 22 de enero de 2025

te juro que la ví observarse

Ella era tan ingenua, que nunca percibía ni sospechaba que los demás podían usar algo de lo suyo para tener algo propio. Ella era tan inocente, mi cielo, que nunca se daba cuenta de que podía usar algo de lo que tenía en contra a su favor.

Ella no pretendía ninguna grandilocuencia.

Ella apretaba sus manos contra su pecho,
follaje contra follaje, y así respiraba su vida, así destilaba cordura, así se explayaba en el aire.

Ella era tan preciosa que, por momentos, ni siquiera era capaz de no mirarse. Le era imposible salir de su propio rostro y de sus propias manos.

Y aunque la panza sonara. Como si fuese una melodía y no como si fuese un león pidiendo algo de carne.
Aunque la panza sonara.
Ella prefería la paz de un perfume.

Te juro que la ví observarse.
No sabía qué hacer con tanto Dios en cada fibra.

🖊️ Agustina Ferrand

Alberto Szpunberg - ¿Qué es eso de que la poesía es la intemperie?

Alberto Szpunberg - ¿Qué es eso de que la poesía es la intemperie?

1.

Al parecer, a falta de mejores temas, la interminable discusión sobre «poesía política», «poesía social», «poesía poética», «compromiso» y yerbas por el estilo es como la maldición de Tutankamón: se reitera cada dos por tres, especialmente en la izquierda. A mí me tienen francamente aburrido. Muchos sabemos, por propia experiencia, que, como dice mi hermano César Stroscio, a renglón seguido del «compromiso», viene el «matrimonio», lo que resulta carcelario y peligroso… Al fin y al cabo, seamos sinceros: lo que decide es el amor… ¿Qué si no? «Aun a riesgo de parecer ridículo –dijo quien todos sabemos–, un revolucionario se mueve llevado por grandes sentimientos de amor»… Y la poesía, que siento subversiva por naturaleza, también… Poco más conmovedor que el testimonio de Ciro Bustos en su libro «El Che quiere verte»: durante una marcha nocturna en Ñancahuazu, el Che va mascullando un poema de León Felipe: «La poesía está a la sombra»… Pero la izquierda no termina de zafar del bendito «compromiso»… En Constantinopla, al menos, se hablaba del sexo de los ángeles, lo que podía, con mucha imaginación, revestir cierto erotismo; en cambio, a orillas del Río de la Plata, hablar del «compromiso» y el «no compormiso» es como querer distinguir entre la humedad y el agua o, peor aún, entre la humedad y el vino. Los poetas tenemos que aprender de la fauna microbiana, que observa a los señores investigadores desde el otro extremo del microscopio: esos dioses de bata blanca que nos observan tan adustos tienen miedo… Émulos de Platón, se aferran a los sillones de algún Comité Central y terminan por excluir a los poetas de su República. Yo, como insiste Cristina en sus discursos, estoy por la inclusión… Inclusión es pan, techo, trabajo, salud… y poemas. Los poetas, sobre todo los de izquierda y, muy especialmente, diría, los que (sobre)vivimos las luchas de los años 60-70, tenemos que bajar del podio olímpico y reconocernos como simples humanos que, por ser poetas, se asombran ante la infinitud del mundo o, mejor dicho, ante la infinidad de mundos que pueblan este y todos los mundos. Somos apenas partículas –para más inri, fugaces– de un universo inconmensurable. Percibir eso decide la grandeza poética, siempre pequeña ante los poemas que, propios o ajenos, sobrevendrán en cualquier momento, como el Mesías de los cabalistas: todo segundo puede ser el fin de los tiempos. Los tiempos venideros no existen, excepto cuando se vuelven presente. Acaso ahora, en este mismo instante en que escribo tantas insensateces. Si no es así, la Feria de Frankfurt o el monopólico Magneto o el cruzado Vargas Llosa nos devorarán… «Y lo peor de todo, sin necesidad»…

2.

Hablar de poéticas, de generaciones, de escuelas, como suele hacerse a la hora de las clasificaciones, es cosa de críticos, y yo no lo soy, excepto en el cuestionamiento de las mil y una variantes del poder, que es donde se pudre todo. En lo que a mí respecta, me basta con reconocerme en la belleza de un poema, mío o ajeno. Las «poéticas», que suelen ser muletillas muy pretenciosas, pasan; sólo permanece la poesía, el poema, a veces sólo un verso que ilumina… Y eso es maravilloso… Por otra parte, no creo en las vidas «dedicadas» a la poesía o a la militancia o a la apicultura o a la filatelia o al sacerdocio o a lo que sea… Es una tontería. Yo nunca «dediqué» mi vida a nadie ni a nada, ni pienso hacerlo. Tampoco a la poesía o a la militancia o a lo que sea. Ni siquiera en el otro mundo. Si el corazón aún hace tilín, la vida es un milagro; nunca una ofrenda. No soy un militante poeta, sino un poeta militante y, en medio de las contingencias que me tocaron–no casualmente antes se hablaba de «coyuntura» y ahora, de «escenario»–, viví y sigo viviendo lo que me parece mejor, más justo y más hermoso. Y no conozco otra forma de vivir. Los aprietes que padecí y aún padezco –el trabajo asalariado, las exigencias del patrón de turno, la represión feroz, las infames dictaduras, los 30.000 compañeros asesinados, el exilio, los ninguneos, la estupidez de las camarillas, el bronce de los camaradas…– me unen a otros que padecieron y padecen los mismos aprietes y, como un sofocón, alimentan mi deseo profundo de un mundo más justo, más igualitario, libre, asambleario y, en ese vendaval de sueños, germinan la poesía, los compañeros, las historias de amor, los mates mañaneros, la lucha…

3.

La relación entre la poesía y la política–afortunadamente para la poesía– es siempre conflictiva. En lo que la humanidad lleva de historia, la política tiene que ver con el poder: se gesta por abajo y se pudre por arriba. Arriba, en ese aire enrarecido de las altas esferas –que no son las constelaciones que la fantasía dibuja noche a noche en el cielo–, la poesía empalidece, se marchita. Y tanto es así que, a veces, más de un poeta optó por suicidarse. Si me apuran, ya no apuesto por el poder, ni el poder obrero, ni el poder de la línea correcta ni el poder de las condiciones objetivas ni de la contradicción principal ni del Comité Central ni de los comandantes ni de los padres de los pueblos ni de los poetas comprometidos… De últimas (y de primeras), prefiero la política de la poesía, que es esencialmente libre, desconcertante, asombrosa, libertaria. Creo en eso que decía Roque Dalton: «Hay poetas que llegan a la revolución por la poesía y otros que llegan a la poesía por la revolución»… «Los primeros –decía Roque–, suelen ser buenos poetas y buenos militantes; los segundos, malos militantes y peores poetas». Y eso, humildemente, lo sé porque lo viví: no es como quieren hacernos creer. No necesariamente la política es patrimonio de los políticos, esos señores ceremoniosos que, tanto de derecha como de izquierda, suelen ser razonables, omnipotentes, narcisistas, mandamases, verticalistas, hasta que mueren (y matan) por sobredosis teórica…

4.

Eso del «poeta redentor» es una herencia deformada del romanticismo: el poeta como «juez no reconocido», del que hablaba Shelley. Pero Shelley era un gran poeta y su «Defensa de la poesía» es, ante todo, un gran texto poético. Hay electricistas, albañiles, plomeros, metalúrgicos, médicos, son todos oficios que, en principio, no obligan a ser más que buenos electricistas, albañiles, plomeros, metalúrgicos, médicos, cada cual en lo suyo. Un plomero no es un revolucionario por ser plomero… ¿Por qué extraña vanidad el Poeta, por ser Poeta –así, con mayúsculas– debe ser redentor de causas sublimes, proferir santas invocaciones que, por lo general, tienen más que ver con el Ego que con el resto de los mortales? En mi caso, trabajé de un montón de cosas para sobrevivir lo más dignamente posible y con el objetivo claro de llegar a fin de mes… Hasta sin saber nada de carpintería, hice muñequitos de madera para vender en la calle… Y no fui más o menos revolucionario en esos momentos que en otros, ni mejor o peor poeta en esos momentos que en otros, y acá estoy –como decía Luchi, «acá me tenés, país»…– con el mismo y claro objetivo de, en lo posible, llegar a fin de mes.

5.

Urondo, Miguel Ángel Bustos y Roberto Santoro fueron grandes poetas porque fueron grandes poetas y no por haber sido asesinados. Fueron asesinados por ser militantes revolucionarios, luchadores populares… Como lo fueron 30.000 compañeros más. Alejandra Pizarnik fue una gran poeta y «poco y nada» tuvo que ver directamente con las luchas de su época, pero qué hermosos sus poemas ¿no?… Qué dimensión enriquecedora da ver la época, «nuestra época», desde sus poemas… Ese tiempo en que grandes movilizaciones de vastos sectores sociales estimularon la participación en la contienda de grandes poetas, narradores, artistas, periodistas… Pero ojo: fue así y no al revés… Y no es casual que el grueso de la represión la padeció la clase obrera… Porque son siempre los pueblos los que hacen la historia y no los «grandes héroes» que animan la historia de los libros de Historia. La verdadera historia es la vida cotidiana, está en el trabajo, en la falta de trabajo, en el golpe de suerte de algún flechazo, en la magia de los compañeros que piensan en voz alta… cómo fue que pasó lo que pasó… cómo es que pasa lo que pasa… y la historia continúa, la menuda y única historia… siempre anónima, a ras de la calle, donde, entre electricistas, albañiles, plomeros, metalúrgicos y médicos, hay uno que de pronto oye voces, escribe un verso y, con suerte, ocurre algo raro llamado poema…

6.

Por otra parte, basta de cuentos: tampoco la poesía es propiedad de los poetas, por suerte… No es «propiedad» de nadie… No es «propiedad»… Es un bien, un bien público, si se quiere, y también intimísimo… Como la calle, como la plaza, como el abrazo… En estos días de esperanza para la Argentina y el continente, la poesía se pasea por la ciudad… La vi este 24 de marzo, con la alegría y la pujanza de un piberío maravilloso… Entre ellos hay estudiantes, piqueteros, barrenderos, empleados, laburantes, murgueros, desocupados, y también poetas… Y yo soy uno más entre ellos y de ellos siempre aprendo… En sus cánticos y consignas titila la poesía anónima, hecha entre todos los de abajo… Y entre los de abajo, los compañeros, ah, sí, los compañeros… esos que cuando pasan junto a un banco miran de reojo, es inevitable, y ya sabemos las maldades que piensan… ¿Quién de ellos no tiene memoria del reparto de los panes y los peces? Fue un milagro tan real y verdadero que aún palpita en el corazón de los pobres… Y ahí está el verdadero desafío de la izquierda: todos los proyectos que parió la Comuna de París han fracasado… Así como suena: han fracasado… Negarlo es de necios… Por eso, no recitemos más las viejas recetas, y nunca mejor dicho: no recitemos más, seamos poetas, no recitemos… Como Isaías: «Vengo a crear un nuevo cielo, una nueva tierra…». Sin iglesias, sin púlpitos, sin vanguardismo: ya es hora de una nueva creación… Y si mi griego no me falla, poesía es eso: creación.

7.

Es increíble, pero todavía se habla de los «géneros literarios»… Creo, en definitiva, que los «géneros literarios», como todos los «géneros», incluso los sexuales, responden a un afán clasificatorio que la vida se encarga de desmentir… Y, para ser sincero, los poemas se escriben solos, no responden a ninguna estrategia, a ninguna poética, a ninguna estructura… El poeta sólo da unos toquecitos –»toquecillos», decían en mi exilio– al poema, cambia unas comas, invierte una sintaxis, juega como un niño con algunas palabras, como para sentirse parte de la inmensidad que acontece, y es muy feliz o muy desdichado o ambas cosas a la vez por tener esa suerte de ser lo que en ese momento es… Como juega el niño que juega… El niño no juega; es ese juego… De lo contrario, no se entiende que yo me enamore de la pulpera de Santa Lucía cada vez que la escucho y que ese amor sea siempre único e irrepetible… o que me sienta en no sé qué honduras cada vez que Bach arranca con el primer acorde de la suite nº 5 para violoncelo solo… o cuando releo «Silencio en Liguria», de Ungaretti, y vuelvo a descubrir que «el verdadero amor es la encendida calma»… Y siempre es la primera vez…

8.

Es curioso: en ciertos cenáculos se sigue hablando de una «poesía de los sesenta», en oposición a una de los noventa, otra del tercer milenio, etc… Esta manía clasificatoria es corporativismo en el peor sentido… Es cierto, hay corporaciones: estatales, camioneros, gráficos, campesinos, gastronómicos, poetas sociales, sonetistas, elegíacos… Pero la CGT es central de los trabajadores… Antes que el oficio, está la condición de trabajador… ¿Podríamos pensarnos los poetas como trabajadores de la poesía?… ¿O no se hace la poesía con todo el cuerpo? ¿O nadie hizo horas extra desvelado por un poema? ¿Acaso ningún poeta pasó un fin de semana aquejado por una imagen insalubre? Eso de hablar de «una poesía de los sesenta» o «de los noventa» o «del tercer milenio» tiene su gracia: es parte de la historia de la literatura y, por lo general, tiene que ver más con la historia –y con qué historias– antes que con la literatura y mucho menos con la poesía. Pero, básicamente, sobre todo en el Mundillo de la Poesía, esos temas son un entretenimiento propio de las tertulias… Pero yo me aburro mucho y no comulgo con todo eso… Por lo general, en esos cenáculos se deciden grandes destinos, se organizan lobbys, se planifican carreras fulgurantes, festivales internacionales, ferias de Frankfurt, migajas de acerba «macritud»… Finalmente, los cenáculos terminan golpeando las puertas de las editoriales –como antes los políticos golpeaban las puertas de los cuarteles– y, si tienen bien aprendida la contraseña, pasan y se acomodan. Qué triste destino para un poeta ser golpista ¿no?

9.

Alguien, con pleno derecho, pregunta: ¿para que sirve un poeta? Y ésta es mi respuesta: un poeta no sirve para nada, porque, en principio, un poeta no sirve… Exactamente: no sirve… No nos olvidemos jamás: un poeta nunca sirve…

10.

Y ahora, poetas, sobre la base del derecho a la vida, la libertad, la paz, el pan, el techo, la salud, la educación, el ocio… el derecho del ser humano a ser humano… o sea, «combatiendo al capital»… sin reverencias, sin servidumbres, sin escenarios… ahora, ya mismo, poetas, en asamblea permanente, cada uno con los demás y consigo mismo… ¡a discutirlo todo! Un decir, por ejemplo… Un suponer: «La poesía no vive a la intemperie; es la intemperie…»




domingo, 19 de enero de 2025

no sé, francamente, si mi terapeuta me ayuda

no sé, francamente,

si mi terapeuta me ayuda

no sé, francamente,

si sirve de algo acumular

por acumular 

no sé, francamente

si voy a soportar toda mi vida

en ésta casa

en ésta muy pequeña casa

que no tiene agua potable

ni ventanas enormes

para mirar el más allá

no sé, francamente,

si somos una empresa con empleados 

o un sentimiento

no sé, francamente,

si quiero cortarme el pelo de nuevo

pero sí sé que necesito bañarme cada día

y ver espacios lisos

para que mi mente no se aturda

no sé absolutamente nada de los mandalas

nunca me gustaron y nunca me van a gustar

pero sí sé que tomarme un vino

de vez en cuando

me reconforta el alma

y que si no me emborracho

aunque sea un poco

no me gusta besar

no sé, como te decía,

nada en absoluto

excepto que soy un pasajero

con ganas de volar

y aterrizar

con ganas de no huir como un coyote

a la primera de cambio

y entender que nunca serás lo que pretendo

pero si vamos a lo incómoda que es la palabra "pero"

y la palabra "incomodidad"

algo de lo mío te puede contagiar

y algo de lo tuyo me puede convocar

no soy la romántica que era

ya no junto y ofrendo cosas

por la simple pasión de juntar y ofrendar

me estoy convirtiendo en una mujer

que sabe lo que vale

y lo que puede soportar

ni se me ocurre joderle la vida a los demás

me gustaría que estés a la altura

de la inmensa piedad

con la que me quiero tratar

te amo porque veo tu frecuencia

frecuencia es lo que todos necesitamos 

para que algo sea posible

pero también "real"

y es verdad que me estoy rompiendo

justo ahora

y no es mentira que sos fabulosa y capaz

no sé, francamente, si sirve de algo

no servirme otro trago

no sé, francamente, si sirve de algo

no servirle a los demás

🖊️ Agustina Ferrand


p/d: tentáte y compráme un libro ♥️✨🌈

para leer con un vinito 🍷





miércoles, 15 de enero de 2025

en el principio era la niña, inocente, amando a otras niñas

En el principio era la niña, inocente, amando a otras niñas. Sin saber nada, en absoluto, del bien y del mal. Después cuando mi amiga llegó y puso su manto de piedad sobre mí simplemente pude conmoverme y reposar. Lo que ella traía en sus manos no sólo era una madeja que contenía empatía, respeto y mucho más, sino mi propia historia - ahora contada por ella - que parecía repetirse sin cesar. Porque quizá sea cierto que muy poco hablamos de una mujer amando a otra similar. Y muy mucho vemos "cuán enorme es el trono" en el que dejamos que se sienten los hombres, una y otra vez, cual si ellos realmente mereciesen "ese lugar". Quizá sea cierto que una mujer que ama a otras mujeres tiene como único destino el camino más difícil. Ese que no tiene señales de tránsito y por eso, nosotras: las algunas, nos estampamos contra las cosas a falta de que otros nos recuerden a viva voz que somos de carne y vuelo y todavía existimos. Ser parte de la minoría nunca fue lindo. Nadie lo elige. Uno no elige, decía Cortázar, la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Entonces qué me van a hablar a mí de la carencia. Si yo la conozco en cada tramo "no besado", y encima me arde, me duele y me pica. Qué me van a hablar a mí de soluciones si yo soy el problema que, a fuerza de no hallarse, intenta resolverse. En el principio era la niña, recibiendo sus primeros rechazos, sus primeros "no te entiendo", sus primeros "acá hay algo que debería ser tratado". Y al final fue la mujer. Harta del exceso de secuencias heterosexuales. Harta de no saber si la chica que duerme con ella mañana no la dejará por un hombre. Entonces la herida nativa abriéndose de piernas cual la rosa más divina, pero esta vez para hacernos sentir, a nosotras: las algunas, un montón de pétalos afeados y exterminados por un sol de verano sin excusas. Es que amar a otra mujer es el peligro constante de que nunca sea suficiente, de que nunca alcance. O al menos ésta es mi historia y ésta es mi desdicha. Cambio cada palabra que femeninamente esbocé desde el alma por un alma femenina que me reconozca y no necesite huir, dudar o alejarse. Les doy mis mejores y mis peores yugulares. Ustedes salten.

🖊️ Agustina Ferrand

sábado, 4 de enero de 2025

el alma reposa, y sueña mejor, cuando hubo fallas pero hubo vida

¡Cuántas veces el amor o la recompensa no vinieron del lugar esperado! ¡Cuántas veces nos sorprendieron y nos robaron la desconfianza trayendo, hasta nosotros, otras caras y otros abrazos!

¡Qué buen robo si nos roban la desconfianza y nos traen otras caras y otros abrazos!

Y no es por ser una tía aguafiestas - por la advertencia - pero, a veces, lo mejor es no esperar "ese mensaje" o "esa medalla" que no llega. Y seguir riendo en otras risas. Y seguir danzando en otros fuegos. Y seguir nadando en otras aguas.

La gente, como señala sabiamente Andrés Alfonso, en definitiva no te debe nada.

¡Y es tan cierto eso del corazón galopando y ganando la carrera! El corazón sabe el camino, él no engaña. De hecho, el corazón jamás usa artimañas. No es manipulador. No es agresivo. Todo lo perdona. Y en todo se afianza.

Dar por el placer de dar es una de las sensaciones más gratificantes del mundo. Porque cuando menos te lo esperás te vuelve - como un boomerang - todo un mar en calma y un montón de marineros expertos. Deseantes de tu corazón aturdido. Ansiando el momento de apaciguar tus guerras.

El amor no se ausenta así porque sí. Siempre deja cenizas y huellas.

Confiá en la brújula del cuerpo y de la mente. Pero siempre llevá el corazón como bandera. Puede que vuelvas con un par de golpes, pero nunca con un arrepentimiento bajo el brazo.

Es un hecho que el alma reposa, y sueña mejor, cuando hubo fallas pero hubo vida. Así que no te lamentes por haberlo malgastado.

Y como te decía, nunca pero nunca esperes que venga de algún lugar determinado.

Esperálo por todas partes.

Porque por ahí está llegando.

Con Amor y un par de guerras peleadas:

🌈✨♥️ Agustina

🥂 P/D: Mandáselo a quien sientas que, sí o sí, tiene que leerlo. Hoy o mañana. El poema siempre es inédito, dijo un poeta; porque precisamente somos nosotros los que, constantemente, estamos naciendo de nuevo.



viernes, 3 de enero de 2025

a ver digo, por ejemplo, si conversamos lo imposible

No solamente somos sujetos de "acción", también y esencialmente somos sujetos de "palabra". No me imagino un mundo en el que ambos andares no vayan de la mano. Si yo muevo un sillón, por ejemplo, y al moverlo digo en voz alta "¡vamos que podemos!" estoy cometiendo la locura de llegar muy lejos. No me imagino tampoco un futuro sin "palabras amorosas o alentadoras". No importa si la Abuelita que riega la plantita parece una coaching. Estoy segura de que si hace lo mismo con sus nietos esos nietos jamás la olvidarán. Y es precisamente porque queremos ser recordados, o en el peor de los casos no morir solos, que seguimos apostando al lenguaje y es vital hacerlo carne en la vida cotidiana. Puede ser desde mover un sillón hasta contener a un amigo. Decirle al otro que puede, ¡que es grande! ¡que dale que dale que te sale! Puede hacer que ese otro crezca rápido, fuerte y sano. Igual que cualquier planta u árbol. Imagináte andar por el desierto y que no haya sonido alguno de otro par. Si pasan muchos meses probablemente nos volveríamos locos. Y es por eso que nos necesitamos. La gente que no hace ruido me parece la gente más ruidosa del mundo. ¿Qué guardás en tu aburrido silencio? Parafraseando al Indio y sintonizando con lo que me trae y con lo que llevo. Si hablarles con cariño a las plantas les ayuda a crecer, imaginá lo que podés hacer con las personas. A ver si habilitamos cantitos, abrazos sorpresa o apretones de manos con ganas. A ver si nos reconocemos sujetos de "acción" y de "palabra". A ver si soltamos el sticker y mandamos audios. A ver si los reproducimos en su velocidad natural. A ver si tenemos tiempo para hablar largo y tendido. A ver si en algún momento lo frenético queda detenido. A ver si nos miramos las manos y quedamos hipnotizados. A ver si guíamos a un otro, por un camino complejo, y ese otro camina a la par nuestra con los ojos cerrados. A ver porque tengo ojos y porque tengo oídos. A ver si nos queda esa osadía de no entumecerlos y usarlos. A ver si les tiramos 3 besitos a la "acción" y a la "palabra". A ver si somos sujetos no sujetados. A ver si hacemos crecer a un Messi en cada uno de nosotros. A ver digo, por ejemplo, si conversamos lo imposible.

🖊️ Agustina Ferrand



miércoles, 1 de enero de 2025

lorena pronsky: toda demanda es demanda de amor

Toda demanda es demanda de amor. Cada uno llama la atención como puede. Como sabe. Como aprendió. A nadie le resulta divertido estar pataleando en el medio del piso para rescatar una puta mirada. El que grita está haciendo ruido para que no se le note el dolor. Hace un flor de estruendo para disimular que tiene una falta que no puede llenar. El otro que cada tanto viene con un planteo que no sabe ni lo que quiere te está poniendo los ojos de frente para que lo mires y le acaricies la cabeza. No es tan complicado que de repente estires un poco el brazo y le salves la noche. ¿No? La gente crece y va perdiendo pedazos por todos lados y entonces a veces necesita una mano que lo ayude a juntar. Tan simple....ayudar a juntar. Como te enseñaron en el jardín. Qué carajo importa quién desordenó la cosa. Qué importa decime si ese tipo ahora no le da el cuerpo para juntar el despiole que le quedó. Dale. Agáchate y juntá con el. Mírá. Acariciá. Escuchá. Abrazá. No importan los pormenores. Todos estamos atravesados por las mismas cosas. Es cuestión de tiempos verbales. Hoy, le toca a alguien que no sos vos. Dale. No importa como lo pida. Importa que lo está pidiendo. Y en el fondo, toda demanda, es demanda de amor. Vamos. No es tan complicado. No seas tan prolijito con las cositas del alma. Relajá y da.

Hay veces, que con un abrazo, nos salvamos todos.

🖊️ Lorena Pronsky




¡descubrí que era mujer!

Descubrí que era mujer el día que descubrí que no podía hacer otra cosa más que entregarme, abrirme, crear y cuidar algo -o mucho- por encim...