martes, 11 de febrero de 2025

¿no ves que nos duele la danza?

Me acomodo rabiosamente.

No como la noche en la que hicimos el amor y desperté de un salto.

Me dan vértigo los primeros minutos. Sé que de ellos depende la calidad del resto del día.

Sé que si “agarro” el teléfono tendré mensajes por responder y necesidades que atender.

Me derrumbo a medida que hago un esfuerzo enorme por alzarme.

Es fatal amanecer.

No termino de tomar la medicación de cada día que ya estoy enferma.

La pulsión de muerte me persigue y yo me dejo alcanzar.

Bienvenida, cariño. También soy esto, a falta de otras ofertas.

“El precio también sube y también sube la venganza”. Y ahora va, y ahora qué.

Hay que poner la pava antes de que lleguen otros pájaros.

Me pregunto si al diálogo podríamos hacerlo de otra manera. Efectivamente mudas. Exclusivamente a besos. Mientras tanto: todo lo que abandono – o pretendo abandonar - parece querer reventarme los tímpanos. ¿De azufre estoy hecha? ¿Para qué sigo derramando vino?

“Lamentosamente” no es la manera. “Lamentablemente” es lo correcto. Me escabullo entre palabras que nada dicen. A todas las memorizo. Luego las junto y soy la mujer en busca de un sentido.

¿Acaso importa? ¿Descanso es vida? ¿Somos de nubes y huesos? ¿Para qué volvés a la tierra que te expulsó a patadas con un mapa bajo el brazo? ¿Dejaste el rosado en el negro? ¿Abriste “amarillo” oportuna?

¿No ves que nos duele la danza?

🖊️ Agustina Ferrand 

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