viernes, 16 de mayo de 2025

hospitalidad: ¿sí o no?

Que si mi casa fuese mía, realmente mía, dejaría un paquete de fideos o arroz para cada uno que pase y pida. También agua para los perros del barrio. Y algún que otro billete para comprarle bolsas al señor de las bolsas. O bien: abriría todas las puertas y ventanas, para que corra el aire y se lleve todo lo que hay que llevarse. Que si lo mío no es tan mío entonces me deprimo. Pero de alguna manera, aunque no lo creas, le busco la vuelta. Porque acá raramente nos gritamos de una punta a la otra con mi madre. Más bien nomás nos mandamos gratitudes por Whatsapp y, de manera evidente, corazones con peso y pase. ¡¡¡¡Es que me duele tanto ser tan pobre y no tener otra cosa que no sea mi tiempo más preciado para darte!!!! Entonces me sacudo las ideas y salen frases a raudales. Porque el lenguaje, gracias a la vida, es una situación de máxima abundancia. Y si hablamos de Princesas... a ninguna le gustó nunca que un Romeo venga y la demande. O que tal vez la deje para lo último, sabiendo que fue ella -y no otra- quien lo convirtió en estandarte. En definitiva: somos mujeres solas. Que cuando se unen, claro está, pueden lograr grandes cosas. "No me interrumpas ahora, Ricardo. Que lo que tenés de rico lo tenés de ignorante". Entonces yo me amarro, como si no hubiese un mañana, a la poca -o mucha- compasión que me queda. Porque acá nadie murió por extender los brazos y entregarse al peligro. Todo lo contrario. Siempre volvieron y pidieron abrigarse.

🖊️ Agustina Ferrand



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