Poesía extraterrestre en Santo Tomé
🖊️ por Diego Suárez
gracias, Diego 🫂
Darle la bienvenida a Del amor yo sólo sé que la quería (Colección LuzAzul, 2025), el nuevo libro de la poeta santotomesina Agustina Ferrand (Santa Fe, 1992), implica varias cuestiones.
Por un lado, estar dispuestos a ingresar a un universo en expansión desde hace ocho publicaciones: cinco editadas por La Gota Microediciones (Porfiada, 2014; Me puedo equivocar, 2016; Vos no sos como yo, 2017; Como un gato, 2018; El fuego que soñamos, 2019), una por Editorial Palabrava (El mecanismo del beso, 2021), otra por la Colección LuzAzul (Cacháca, 2023) y por Ana Editorial (Canción para los días difíciles, 2024). (Un mapeo del ecosistema editorial local: Sauce Viejo, Santa Fe, Santo Tomé, Paraná, respectivamente).
Por otra parte, implica tener la predisposición para cambiarle rotundamente el nombre a las cosas, por ejemplo, “¿y si cuando lloramos nos dicen/ ‘AGUA, qué profunda’/ cuando deseamos nos dicen/ ‘FUEGO, sos enorme’/ y cuando soñamos nos dicen/ ‘AIRE, despeinanos’ (….)?”. Desde la primera página de su primer libro, la poesía, en manos de Agustina, constituye algo poderoso capaz de transformar la realidad, aunque sea por un instante. ¿La realidad de quién, o de quiénes? De ella misma, en primer lugar, pero abriendo generosamente la posibilidad de un diálogo con quienes ingresan a su universo. Dice: “a lo que iba es a que el amor además de ser silencio/ también puede ser una gran conversación”.
Ocurre que al hablar de “una mujer que ama a otras mujeres”, del mate, de los vínculos, de “lo caro/ (lo fuerte)/ que cotiza la atención”, de “que nadie salva a nadie/ pero nadie se salva solo”, lo que subyace en estas expresiones poéticas es la problemática de la salud mental. Quien tenga alguna duda al respecto, puede buscar y escuchar atentamente la charla TedX que grabó Agustina en el 2018 con el título “Si me vas a querer, quereme con bichos”, donde ella misma considera que desnudó su alma por completo, dejando al descubierto la mujer fuerte y frágil que es. En su libro ejercita la cura por la palabra, diciendo: “Te vas a dar cuenta de que vivo en una nave/ que difícilmente conecta con la tierra”; “estoy sanando un montón de cosas que no digo/ estoy sanando un montón de cosas que no llego/ a comunicar/ van por dentro/ como una calesita musical”; y remata apoyándose en una cita de Nina Ferrari: “Algunas mujeres aprendemos a hablar al año/ y recién a los treinta a poder decir lo que sentimos”.
En esta vasta conversación, en esta clara búsqueda de comunicación, el contenido moldea su forma. En algunos casos, amerita un verso predestinado al canto; en otros, una prosa que circula por cauces poéticos, a veces tiñéndose de confesión, otras de fluir de la consciencia, o simplemente ciñéndose a la anécdota. Sea como fuere, el lugar de enunciación que se construye es incuestionable: “te escribo desde mi debilidad más honesta/ no hay nada interesante que decir”; “a lo que iba es a que realmente me interesa conocer el trasfondo de las cosas”. ¿Cómo reaccionará la crítica literaria ante esta escritura que atenta contra ciertos mandatos poéticos contemporáneos, con su irreductible autorreferencialidad, sus desprejuiciados juegos con el lado kitsch de la cultura popular, la incorporación de voces de la más lisa y llana oralidad contra toda gramaticalidad? Por lo pronto, Agustina se encoge de hombros: “Les doy mis mejores y peores yugulares. Ustedes salten”. Lo que engrandece su estilo es esa honestidad más allá de toda norma estética. Por algo forma parte de la titánica antología Poetas argentinas: 1981-2000, seleccionada y prologada por Elena Anníbali y publicada en 2023 por la Editorial Del Dock.
En pocas palabras, así de intenso, profundo, multiforme, es el universo que nos depara Del amor yo sólo sé que la quería, una poesía extraterrestre escrita por una “aficionada al lenguaje” que vive en su nave y que afortunadamente, cada tanto, les envía mensajes a sus lectores terrícolas, a través de sus libros o de su Instagram.
abrazame
Te pedí que me abraces.
Que me abraces muy fuerte.
Eso fue un hecho.
Tu respiración se fundió con la mía.
¡Nuestros ritmos cardíacos
se parecían!
¡Maravillosamente se parecían!
No había muchas estrellas.
Pero estábamos ahí.
Era de noche. Vos tenías flequillo.
Yo te necesitaba como nunca.
Y mi niña, por primera vez,
reconocía a tu niña.
soltar un pájaro
te han lastimado tanto, mi niña
te duele que se haya violado
el espacio sagrado de tu mente y tu cuerpo
una y mil veces
de cientos y miles de maneras
y vos todavía culpándote
por haber sido objeto de deseo
y además queriendo salvar
eso mismo que se te reía en la
cara
claro que sí te lastimaron
claro que quisieron llevarte de los pelos
al olvido de la infancia
pero vos fuiste fuerte, muy fuerte
aún en tu debilidad más tremenda
y supiste juntar la pelota nuevamente
para que todo vuelva a girar
supiste hacerlo
quisiste sentir a Dios en ese gesto
-o como quieras decirle
a esa energía que te enlaza con algo más grande –
de miles de maneras
te pidieron que te calmes
pero vos sentías ese fuego, esa hambre
esas ganas de seguir exigiendo más
y ahora qué vas a hacer, mi niña
excepto agradecerte por lo que hiciste hasta acá
ahora qué vas a hacer
excepto encontrar nuevos caminos
hacer nuevas marcas
convivir con la cicatriz - y su molestia -
y lamerla como quien lame a un amado
ahora qué vas a hacer si no es
poner un límite, comprender tu historia
sostenerte en la música,
hacer silencio, unir palabras
soltar un pájaro
decime, mi niña
ahora qué vas a hacer si no es
soltar un pájaro